Estoy enferma de desearte, maldito cerdo,

si a vos, es febril el hambre que siento.

Tu mano pudo encontrarla?

Pero seguro no la saborea como mi boca.

Quiero que me tragues, tirada en tu cama, indefensa, gata, niña.

Quiero que me tragues.

Hoy tienes el poder de hacer conmigo lo que plazcas.

Ellos se rozan.



Desespera,
espera,
mira,
toca,
siente,
siente,
siente,
siente.
Y una vez mas,
desespera...


Extraño…
Sus manos recorrían cada centímetro de mi cuerpo,
retorciéndome de placer jadeaba sin cesar,
mientras él, susurraba las palabras más sucias.
Imposible detenerlo, sus dedos,
cual filosas navajas intentaban traspasar mi piel,
mi carne, mis huesos.
Sedienta de placer,
cedí mi cuerpo, mi alma
y deje que sus bocas me engulleran por completo.


El viento adentro
todo cerrrado

el viento adentro

todo cerrado
el viento adentro...

Natillas, NO.


Ni un SI, ni un NO.
Todo es como al principio, como ayer,
o como el otro día que te dije, y me dijiste,
pero no nos dijimos nada.
Nada se construye, ni se ha construido,
cuando la base es gelatina.
Undo mis dedos, los muevo suavemente,
los saco y chupeteo las gotas
saladas que resbalan por ellos.
NO, la gelatina no es dulce,
y las palabras NO son infalibles.

Hoy


La felicidad tiene varios nombres, dicen.
-Cierra los ojos, deja de pensar y concéntrate en lo que sentís.
-¿lo ves?
-¿Ves la forma que toma?
Es algo negro, viscoso, denso, desagradable, por fugaces momentos suave, cual mano acariciando apenas mi hombro.
-Podes describirlo con una palabra?
Hoy? Amor.

Ave María purísima, reza por nosotros.


Por aquellos que mamaron la leche paterna,
por aquellos que nunca,
y arrodillados soñaron su sabor, una, y otra, y otra vez.
Por nosotros sin pecado concebidos, pecando en el nombre del Padre.